sábado, 26 de marzo de 2011

Aprendiz de bruja


-Cuaderno: listo
-Manual de hechiceria: listo
-Lápiz con buen borrador: listo
-Pluma: listo
-Tesauro para corregir encantamientos: listo

Y aquí vamos. Despertarse con una sonrisa. A la escuela de nuevo. Esa extraña sensacion en el estomago recordando cuanto lleva uno fuera de las aulas.

Las instalaciones, aunque un poco austeras, son cálidas; así las siento yo, ya que todos los estudiantes hablan el mismo idioma: El arte de encantar. Desde mi butaca puedo observar el rio correr. Me embelesa ver los arboles bailar lentamente, con esa brisa casi inexistente.

La clase es perfecta. El grupo es pequeño, así que facilita la integración de todos los aprendices ansiosos por mover su varita mágica. El profesor es mas joven de lo que esperaba. Y compruebo que a pesar de no poseer una larga barba blanca, tiene una basta experiencia en hechiceria. Magia blanca. La cual comparte con gran deseo de formar artesanos de las palabras mágicas.

Mi primer día no fue tan satisfactorio. Justo unos días antes me entere de una mala noticia, y andaba arrastrando una cadena pesada. Aun así, la retroalimentación de los estudiantes fue muy notable. Mis clases subsecuentes han sido todo un éxito. Cada secreto mágico es captado con gran interés por todos nosotros. Nos hemos ido conociendo los unos a los otros, y me da una gran satisfacción convivir con personas que tengan los mismos intereses. Nuestras metas son distintas, pero es bueno darse cuenta que hay tantas personas sedientas de esta magia, la magia de plasmar las emociones. Humanos, que también respiran y son vulnerables.

Esto es solo el paso de un largo camino. Se que en algunas ocasiones, por necesidad, mis prioridades serán otras pero no me importa, porque esto es parte de mi vida. Es inevitable mi deseo de ser una buena bruja, aventar hechizos por aquí y por allá. Así que, cuidate.